Lucía y Malena adentro de un cajón rectangular grande. Como si fuera un arenero. Dentro del arenero hay distintas alturas en las cuales Lucía y Malena irán subiendo o bajando haciéndose más o menos visibles al público. Están arreglando algo dentro del arenero, como si éste fuera una maquinaria. La coreografía de los movimientos ascendentes y descendentes de Malena y Lucía dependerán del ritmo, vértigo y compromiso del texto del personaje al esgrimirlo y se definirán en los ensayos e improvisaciones que el director haga con la pieza.
Cuando el personaje esté diciendo algo en lo que claramente cree, se elevará hasta el escalón más alto del arenero. Los escalones más bajos se usarán para marcar aquel momento en donde los personajes manifiesten con liviandad su disconformidad para con su interlocutor.
Lucía, a lo largo de toda la escena llevará en sus manos un artefacto predominantemente metálico, alargado. Como si fuera una rama con agujeros. Un instrumento de viento con tuercas y retazos de colores puros con un base que nunca llegaremos a ver completamente gracias a las paredes del arenero. El artefacto debe ofrecer articulaciones, ramificaciones con las cuales Lucía pueda interactuar a lo largo de la escena. El artefacto será el objeto de conversación durante toda la obra, hasta que se indique lo contrario.
LU: Yo no sé cómo lo ves vos Male… Pero a mí me parece que está medio chafado
MALE: Chafado?
LU: Chafado, machucado, roto.
MALE: Medio?
LU: Y sí…
MALE: Yo diría que del todo.
LU: ¿Del todo? No, del todo no. Es mucho.
MALE: Es TODO.
LU: Pero algo, algo está todavía.
MALE: Está qué.
LU: Digo, que no está del todo-todo roto.
MALE: (la mira)
LU: Funciona a veces.
MALE: A veces.
LU: Sí.
MALE: Pero muchas no.
LU: Y no.
MALE: La mayoría no.
(Pausa, Lucía mira con lástima al vacío)
LU: Pobre
MALE: ¿Para qué te sirve así?
LU: No sé. Poquito.
MALE: Yo lo cambiaría.
LU: ¿Por otro?
MALE: Y sí, diría yo.
LU: ¿Para tanto?
MALE: Y si no funciona.
LU: no es que no funciona.
MALE: Hay que cambiarlo.
LU: pero no es que no funciona nada de nada.
MALE: Cambialo.
LU: Pará.
MALE: Ok.
LU: ¿Y si no quiero?
MALE: Cambialo ya.
LU: Que no
MALE: ¿por qué no?
LU: Es duro eso.
MALE: Duro de qué?
LU: Lo de cambiarlo.
MALE: Mirá cómo está.
LU: Pero es lindo.
MALE: Está roto.
LU: Está rotito. No roto.
MALE: No funciona y debería. Se supone que está para eso. Ergo, está roto.
LU: Bueno, no funcionará mucho, pero funciona.
MALE: Y sí, pero “no mucho” no alcanza. Es muy poco.
LU: no sé...
MALE: O funciona o no funciona.
LU: Funciona algo.
MALE: No funciona en la generalidad de los casos.
LU: ¿Y si hacemos una excepción?
MALE: ¿Pero y si necesitás que funcione y no funciona? (Pausa) NO FUNCIONA.
LU: Qué ¿Lo tirás? ¿Aunque NO sea totalmente inútil?
MALE: Y sí.
LU: Me da cosa.
MALE: Le tomaste afecto.
LU: y obvio que le tomé afecto… Mucho tiempo, hizo mucho.
MALE: Y, pero qué vas a hacer ¿Vas a acumular roturas, costuras y parches?
LU: No, bueno no digo de-
MALE: ¿Vas a coleccionar basura y cosas que no funcionan?
LU: No, bueno, no digo de coleccionar, pero…
MALE: Hay que desprenderse de lo que no funciona querida, no te atores, no te atasques… Mirá para adelante.
LU: ¡Miro para adelante!
MALE: ¡Siempre hay algo nuevo que funciona mejor! ¿Para qué esto? ¿Para qué trabarte en esto?
LU: Y pero le tengo afecto.
MALE: Minga el afecto… El afecto traba, te estanca, no te permite seguir adelante, no te deja estar bien, no te deja crecer. Hay que acabar con el afecto.
LU: No me parece.
MALE: ¿Para qué querés tenerle afecto a algo que no funciona?
LU: No, bueno: no se trata de querer o no querer ¡El afecto está!
MALE: Ajá ¿Y? ¿Para qué lo querés?
LU: ¿Cómo para qué lo querés? ¿Me estás cargando?
MALE: No, dale… Decime ¡¿Para qué lo querés!?
LU: ¡Está aunque no quieras!
MALE: Sí, bueno… Podés ignorarlo.
LU: ¡¿Ignorarlo?! ¡Ja!
MALE: Sí, hasta que se vaya, hasta que desaparezca.
LU: No es así.
MALE: ¿QUÉ, no es así?
LU: Nada de lo que decís.
MALE: Lo que vos decís no es querida ¡Escuchate! ¡Afecto! ¿Sólo por afecto te vas a complicar la vida?
LU: Yo lo veo de otra forma.
MALE: ¿De qué forma? Deformado lo ves nena. O Qué, qué te pasa ¿Querés sufrir?
LU: ¡No!
MALE: ¿Entonces? ¡Nenita, despertá! Tenerle afecto a algo que no funciona es una militancia de sufrimiento.
LU: Pero a veces hay que sufrir.
MALE: Ponele que sí, que hay veces que sí… ¿Pero para qué? ¿Eh?
LU: La vida es así.
MALE: No tiene porqué ser así.
LU: ¡Sí tiene! Sino qué.
MALE: Qué de qué.
LU: Si no sufrís por algo, si no hay algo que te haga sufrir nunca…
MALE: (se arquea de hombros)
LU: ¡No hay nada que valga la pena!
MALE: O sea que sin sufrimiento, algo sin sufrimiento no vale la pena ¿No?
LU: ¡Y no, bueno, no digo eso! ¡Pero si se sufre es por algo!
MALE: Sí ¡¡Porque algo no funciona!!
LU: No, no, no. Si se sufre, es por algo que vale la pena. Sino uno no sufriría ¿O no sufrís vos?
MALE: Sí, sufro ¿Y?
LU: No, eso. Digo, se sufre. Qué le vas a hacer.
MALE: Seguir adelante.
LU: ¡¿Y no sufrís cuando seguís adelante?!
MALE: Sí, un tiempo. Hasta que aparece otra cosa.
LU: Bueno, si sólo querés cosas…
MALE: ¿Qué?
LU: No, nada. Digo que si sólo buscás cosas es más fácil no sufrir.
MALE: ¿Y qué voy a buscar? ¿A ver?
LU: No sé, otras cosas.
MALE: Mirá, las cosas que valen la pena no te hacen sufrir. Funcionan y punto.
LU: Las cosas no funcionan y punto. Las cosas cambian, se desgastan, maduran… Todo no puede funcionar siempre así como así. No son sólo cosas.
MALE: ¿Y qué querés que le haga?
LU: Arreglarlas, cambiarlas, o cambiar uno.
(DEJAN DE HABLAR DEL ARTEFACTO, AL CUAL SARANDEAN Y MIRAN SÓLO EN PAUSAS Y DE VEZ EN CUANDO)
MALE: ¿Cambiar uno? Uno cambia cuando cambia. No cuando quiere cambiar.
LU: En el medio uno intenta. No cambiás porque sí.
MALE: ¿Intentar? Intentar uno intenta hacer las cosas bien, pasarla bien. Todo lo demás es desperdiciar energía.
LU: Cobarrde ¿Cómo vas a decir algo así?
MALE: ¿Algo, CÓMO?
LU: Tan, tan…
MALE: ¿Sano? ¿Higiénico? ¿Lógico? ¿Funcional?
LU: Frígido.
MALE: A vos te parecerá frígido. A mí me parece sano. Sufrir no me gusta.
LU: ¿Y listo?
MALE: Sí. Y listo. Sufro y cambio la página. Y punto: Algo nuevo, algo que funcione.
LU: Pero no tiene gracia lo nuevo.
MALE: Ya la tendrá con el tiempo.
LU: Y dejará de funcionar.
MALE: Y la cambiaré.
LU: ¿Y qué construís con eso?
MALE: No sé, se verá.
LU: ¿Se verá? ¿Esa es tu respuesta? ¿Se verá?
MALE: Sí.
LU: No te creo.
MALE: ¿No me creés?
LU: No.
MALE: ¿En qué a ver?
LU: Mirá Male, no te lo tomes a mal, pero, sinceramente… Me parece que sos una pelotuda.
MALE: ¡Ah! Qué lindo.
LU: No, disculpá: una cobarde.
MALE: Ya lo dijiste.
LU: Una mina que se la da de “todo bien” y “sentir libre” y “aceptar lo que da la vida” y que en realidad no tenés los huevos suficientes para afrontar un problema. Un obstáculo, un pequeñísimo accidente que de sortearlo… Te permite construir. Y creo que lo sufrís (se puntea la sien con el dedo índice) aunque no te des cuenta, no te quieras dar cuenta o no te dé la cabeza ¡Yo creo en el afecto, en el cariño, en el amor y en el compromiso con las cosas! ¡Incluso cuando (mímica de comillas) “no funcionan”! Si algo te hace sufrir es porque lo querés. Y si lo querés vale la pena. Porque hay algo tuyo que está puesto en juego ahí… Porque no es una cosa nada más, sos vos también. Y lo que está en juego es ver si uno puede aprender a dejar de sufrir aunque esa cosa no funcione como antes. Si uno puede aceptar que la quiere y punto, que no todo tiene que funcionar.
MALE: ¿Vos proponés una lucha contra la adversidad absoluta, contranatura, contra vos misma? ¿Vas a cambiar para que eso funcione, para encontrarle una vuelta que no existe?
LU: Yo propongo aceptar, madurar ¿Y si cambiás en el medio? ¿Qué tiene de malo?
MALE: Es una utopía eso Lu… ¿Porqué va a funcionar eso? ¿De qué va a funcionar algo que no funciona? ¿Eh? ¿De adorno?
LU: Buah!
MALE: ¿De amuleto? ¿De bolsa de arena?
LU: ¡De compañía, de estar bien, de-!
MALE: -Buah, mirá. No sé. Acompañarse se acompaña uno. Si vos querés recuerditos, ahí tenés recuerditos, si querés algo que funcione posta, buscate algo que te funcione posta… Y ahí vas a ver. Con eso sí podés ir para adelante: sin ayuda de otras cosas. Los recuerditos son un montón de peso que le vas sumando al hilito del globo… Son bolsas de arena que te cortan recorrido hasta anclar en un punto indefinido en el medio del camino ¿Y después? ¿Qué tenés? Una boyita de hule en el aire, al ras del piso… Que se te desinfla con el paso de los días hasta convertirse en un gusanito machudado ¿Y querés que me guarde el gusanito en el bolsillo? ¿Qué lo infle con curitas? ¿Qué me lo quede de recuerdo y me haga compañía? No, ni en pedo… Me compro uno nuevo, uno con formitas, o de esos que tienen lunares o lo que se me cante el orto… Uno que funcione y me haga sentir bien, que me haga avanzar.
LU: La vida no se trata de eso.
MALE: ¿De qué?
LU: De que funcione o no funcione o de avanzar.
MALE: ¿Ah, no?
LU: ¿Avanzar a dónde? ¿Llegar a dónde? ¡La vida no funciona! Es así y punto.
MALE: A vos no te funciona querida, escuchate. Ahí… mirate: atorada en una pelota de recuerdos y cosas que querés solamente por acumulación de arena, de afecto. Querete un poco a vos macho.
LU: Las cosas que se quieren no se sueltan, se las llevan… Y si se quieren no pesan. Y se sueltan cuando no se quieren…
MALE: Buah! Como quieras.
FIN